sábado, 24 de marzo de 2012

DÍA DEL NIÑO POR NACER


Juan Pablo II declaró al 25 de marzo Día del Niño por Nacer, por celebrarse en ese día la Fiesta de la Anunciación del Señor. Ese día Jesucristo, el Hijo de Dios, comenzó su vida que luego, el 25 de diciembre, nacería en Belén. Concepción y nacimiento son dos momentos de una misma realidad. Lo que nace fue concebido; lo concebido está en camino hacia su nacimiento.

En este período se juegan cosas muy importantes para el niño por nacer. En primer lugar su primer derecho, el derecho a la vida; luego, el necesario cuidado que este tiempo frágil reclama, esto es responsabilidad de toda la sociedad, no sólo de la madre. Aquí cumplen una tarea esencial las leyes cuando valoran y acompañan esta etapa de la vida.

Hay una cultura extendida que minimiza o relativiza la existencia del nuevo ser que está en camino, parecería que aún no existe y, por lo mismo, su vida no es un valor vinculante, estaría fuera de la órbita de lo jurídico y lo moral. Hoy está fuera de toda duda en el campo científico que lo concebido es un ser humano independiente, con su propia identidad genética que sólo necesita de tiempo y cuidado. Desgraciadamente, dentro de esta mentalidad, la continuidad de la vida del niño por nacer pasa a depender de una decisión individual o social, que no parte del valor y exigencia que tiene su vida. No hay argumento alguno capaz de justificar el aborto. Estamos ante un tema que no pertenece al mundo de lo privado sino de lo público y que compromete, por lo mismo, la responsabilidad legislativa y la tutela jurídica.

La defensa de la vida incluye, por otra parte, todo su desarrollo posterior. Pienso en los chicos que sufren carencias afectivas, económicas y educativas, como en los jóvenes que son víctimas de la droga que avanza, los debilita en sus proyectos y mata, esto también es un atentado a la vida. La falta de trabajo y de oportunidades que compromete la libertad y el desarrollo del hombre y la mujer, como el descuido y soledad de muchas personas mayores son, también, un atentado a la vida. El descuido por la naturaleza como el manejo irresponsable de sus recursos naturales, que debilitan las condiciones del habitat del hombre es un atentado a la vida. La dignidad inalienable de la vida humana desde la concepción hasta su muerte, es el principio que debe ordenar sabiamente la legislación y la justicia de un país. Santa Teresa decía que las cosas son como se principian, en nuestro caso agregaría, que si la vida naciente no es un valor absoluto, no sólo se debilita la conciencia de su cuidado en todo su desarrollo, sino también las condiciones o el habitat que ella necesita.

Quiero valorar, finalmente, el trabajo silencioso pero tan eficaz que desarrolla Grávida como ámbito de acompañamiento a la mujer con problemas en su embarazo. Desde la alegría del niño que nace se toma conciencia y se valora el don de la vida. Son muchas las madres que agradecen la ayuda que Grávida les prestó a ellas y a su hijo, en momentos de dificultad. Reciban, junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor.

Mons. José María Arancedo
Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

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